Disneylandia y e la Ruta Llata Rio Marañon

Disneylandia y el tramo: “Llata – Río Marañón”, de la Ruta de Santo Toribio
Por: Santos Jaimes Serkovic

Fabretti Enzo, el turista italiano, se arrimó hacia el lado derecho del asiento del Toyota Land Crucer, tengo vértigo, dijo apartándose de la ventana, en la parada que hicimos para contemplar la repentina aparición de un precipicio. A quinientos metros de profundidad, sin ningún punto en el trayecto vertical, apareció, caudaloso y plateado, el Río Marañón. Este sí es un precipicio, dijo Gian Carlo, piloto y dueño del carro, también italiano. Si hacemos silencio podemos escuchar el bramar de las aguas, les indicó el guía. El tramo de río que se contemplaba, lucía vivo y en movimiento, parecía una gruesa cinta metálica, espumas blanquecinas anunciaban que el torrente era fuerte. La sensación de profundidad era sobrecogedora.
Mirando al frente pasando el Marañón (Margen derecha le llaman), se alzaban cientos de campos agrícolas, delimitadas por cercos vivos de pencas y matorrales. Las distancias son inexpugnables. Parecían estar al alcance de la mano, pero para llegar teníamos que bajar hasta el Marañon y, luego, subir. Tres horas en un carro potente. Al lado izquierdo de nuestro punto de observación, contemplamos un farallón vertical, Jaria, que nacía en Anglae.
Habíamos pasado unos sesenta metros de un pueblecito que orgullosamente lucía su nombre en un desteñido cartel: Cochapata.
El circuito comenzó con “La vuelta al mundo”. Un recorrido de 360º alrededor de Llata.
El punto de partida: una pequeña capilla al borde del acantilado, estaba cerrada; desde las rejas se contempla en el centro del altar una imagen pequeña con el rostro de Cristo en la pasión; es de piedra. Las leyendas cuentan que fue encontrada tal como la estamos viendo: es El Señor de Rondos. El nombre del acantilado es, precisamente, Rondos.
Al caminar, el Padre Andrea Manzini nos detalla: Al frente hay una caverna que se llama Llacuy, donde se aprecia estalagtitas y estalagmitas y también petroglifos que evidencian visitas muy antiguas, prehistóricas tal vez.
Abajo se juntan el Río Aco y el Río Tambos en un punto denominado “el puente de Taricay”. Taricay significa encuentro, ese lugar se llama Zurria. Y avanzando llegamos al encuentro con el antiguo camino de herradura. Por aquí se partía hacia Huánuco. Un escarpado camino sólo para el tránsito de caballos. Tiene una escalera labrada en la roca de color rosado, nos dice.
Al frente se contempla “Las Pampas del Carmen”, una pendiente que suavemente se eleva nos lleva a una explanada formando 6,000 hectáreas de terrenos cultivables, sedientos de agua y termina en un farallón que cae al Río Marañon, con una impresionante altura de mil metros en vertical, de la cumbre del farallón al río. Gian Carlo pensó en parapentes. Hay que estudiar los vientos y las horas, dijo. Continuamos el camino y luego de una estrecha quebrada y una cantera de piedra rosadas, subimos a Parhuarwilka. En la Fortaleza Yaruwilka, que según don Gregorio Alvarado, en esta fortaleza se encuentra el único vestigio Inca al Este del Río Marañon. Porque los Yaruwilcas no se sometieron al imperio Inca. Pasamos un cuartel del Ejército Peruano, con soldados entrenados y respetuosos En las escalinatas de bajada a la plaza de armas, contemplamos un hermoso cactus San Pedro, en flor. Es el mismo cactus que está labrado en una roca de los cimientos del la Fortaleza de Chavin de Huantar, justo a la entrada al templo donde se encuentra el Lanzón de Chavín. (Piedra sagrada labrada con íconos pre- incas, que se encuentra en una habitación con la forma de la Chacana. Tiene 3 metros de alto.) San Pedro es el nombre del cactus, es alucinógeno y utilizado por los chamanes en sus rituales.
Y luego de un café Italiano, en la reluciente casa parroquial de Llata emprendimos la ruta “Llata - Río Marañón”.
Al partir, llama la atención el nuevo vitral de la parroquia de Llata. Es un gran ventanal a colores. El vitral fue fabricado en Punchao, donde hay un taller parroquial que forma jóvenes, en oficios como talladores, pintores y vitralistas. Tambien estudian para asistentes para labores de los arqueólogos. El vitral que se ilumina, contemplado desde el interior del templo, destaca una gran paloma blanca en vuelo. La Parroquia se llama del Espíritu Santo de Llata.
Al salir de Llata lo hicimos surcando el Rio Libertad y se contempla a la izquierda las pampas de Chuyas y las pampas del Carmen. Seis mil hectáreas de campos agrícolas, con escasez de agua, nos presentan una infinita gama de colores verdes. Estos colores son espectaculares dijo Gian Carlo. Los manantiales nos ofrecen verdes oscuros con cultivos de hortalizas. Islas de bosques de eucaliptos se ondean calmadamente con los vientos. Campos amarillentos de grama sobre pastoreada, presentan surcos que nos indican que alguna ves fueron campos de cultivo. Con un viraje en un puente, pasamos al otro lado del río y ahora bajamos y se nos presenta una rivera de cantos rodados de granito, con un torrente de agua cristalina que nos acompaña mientras la vegetación va cambiando.
Desde el camino podemos ver ahora la parte posterior de la capilla del Sr de Rondos y el tramo que camináramos en “La vuelta al mundo”. Las malezas elevan su tamaño y un cartel nos indica que existe una organización que trabaja con la recolección de Tara (Caesalpinia spinosa). Ya es zona templada. Los arbustos son gruesos y el río se calma formando remansos de agua tranquilas.
Seguimos bajando y sorprendemos unas bañistas, que con escasas y ajustadas ropas corren a guarecerse de las miradas. El cañón que atravesamos se cierra. Un camino de herradura paralelo a nuestra ruta presenta signos incas, posiblemente el Capac nani. Y por un puente pasamos nuevamente a la margen izquierda. El río Zurria continúa y se estrecha formando un cañón de paredes verticales para luego desaparecer en un túnel que atraviesa la cordillera para llegar al Río Marañón. El camino sube en curvas cerradas y se encuentra nuevamente atravesando el río Zurria, ahora doscientos metros encima por un puente natural, que en realidad es un cerro de roca. En este puente natural se encuentra el orgulloso pueblo que mencionamos: Cochapata.
El farallón que deja el río Zurria, luego de haber atravesado Cochapata queda bajo los terrenos llamdos Jaria. El Farallón es espectacular, muy próximo (50 ó 60 metros de distancia que cae verticalmente. La salida del río Zurria al Marañón crea el espectacular sitio llamado Anglae. Farallones verticales por ambos lados y un ruido de una caida de agua que silencia los pensamientos y aviva la imaginación. Esa hendidura geográfica, 300 metros debajo de Cochapata, es completamente tropical, hay hasta palmeras e insectos abundantes.
Aquí al pasar Cochapata, es que Fabretti Enzo, el turista italiano se apartó de la ventana dentro del carro. Esto sí es precipicio, dijo Gian Carlo. Y empezamos a bajar al Río Marañon. Una estrecha carretera, mantenida más con cariño que con tecnología, nos baja precipitadamente, Curvas cerradas y pendientes pronunciadas, Eucaliptos jóvenes quieren proteger a los viajantes en el borde de los empinados tramos. El Marañón se presenta más sereno e inmenso. El Colca es una pequeñez frente a esto, nos dice Gian Carlo. El cañón del Marañon se extiende hacia el norte por mil kilómetros, sus afluentes provienen de la cordillera Huaywash y de la vertiente oriental de cordillera Huascarán. Cientos de pequeños afluentes como el río Zurria incrementa su caudal. El río Marañón en sus extremo norte corta en el pongo de Manseriche a la cordillera oriental y baja al llano amazónico para unirse al río Ucayali y formar el gran río Amazonas.
Desde las primeras curvas de la carretera Morca –Cochapata se ven tramos de la Serpiente de Oro, como llamó Ciro Alegría al Río Marañón, recorriendo de sur a norte.
Continúa la carretera con cerradas curvas y empinados tramos hasta que aparece el Túnel. Aquí fue cuando Gian Carlo dijo: En Europa hay un lugar que tiene todas estas cosas, pero son cosas fabricadas o artificiales; en comparación a esto allá es insignificante. Para ver eso, en Europa, tenemos que pagar 70 dólares, se llama Disneylandia y aquí todo es natural, es increíble y mucho más emocionante. Tienes al fondo el Marañón atrás los farallones de Jaria, abajo un precipicio de 300 metros. Vertical. Un camino zigzagueante y aparece la boca de un túnel. Lo penetramos, cada cierto tramo encuentras una ventana donde divisas el precipicio al Marañon. El túnel sigue, debe tener unos 300 metros y sales a otra serie de curvas y pendientes que te ponen a las orillas del Rio Marañón. Es otro clima, hay frutales y recorremos hasta un puente que muy pronto quedará bajo las aguas de la represa de la Central Hidroeléctrica del Marañón que producirá 72 Megawatts de electricidad.

El futuro no se espera, el futuro se construye.

Santos Jaimes Serkovic

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